191. Derribando puentes
Siempre es bueno derribar puentes con el
pasado. Entonces uno se mantiene vivo, inocente y jamás pierde la infancia.
Muchas veces es necesario derribar todos los puentes, estar limpio y empezar
otra vez de cero.
Siempre que empezáis algo,
volvéis a ser un niño. En cuanto comenzáis a pensar que habéis llegado, es otra
vez el momento de derribar puentes, porque eso significa que empieza a
asentarse la muerte. Os convertís en un ente, en un producto en el mercado. Y
todo el que quiera ser creativo ha de morir cada día respecto del pasado, de
hecho cada momento, porque la creatividad significa un renacimiento continuo.
Si no renacéis, sea lo que fuere lo que creéis, representará una repetición. Si
renacéis, solo entonces podrá salir algo nuevo de vosotros.
Sucede que incluso los grandes
artistas, poetas y pintores llegan a un punto en el que no dejan de repetirse
una y otra vez. En ocasiones ha sucedido que su primera obra es la más grande.
Jalil Gibrán escribió El profeta cuando solo tenía veinte o veintiún años, y
esa también fue su última obra. Después escribió muchos libros, pero ninguno
alcanzó esa cumbre. De un modo sutil, no deja de repetir El profeta.
De modo que un artista, un
pintor o un poeta, músico o bailarín, uno que ha creado algo nuevo cada día,
posee una tremenda necesidad de olvidar completamente los ayeres, que no quede
ni un recuerdo de ellos. La pizarra está limpia y de lo nuevo nace la
creatividad.
Osho - DÍA A DÍA,
365 meditaciones para el aquí y el ahora.