9 - Los verdaderos ladrones
No hay nada que temer porque no tenemos nada
que perder. Todo lo que puede ser robado no vale la pena, de modo que ¿por qué
temer? ¿Por qué sospechar? ¿Por qué dudar?
Estos son los verdaderos
ladrones: la duda, la sospecha, el miedo. Destruyen vuestra misma posibilidad
de celebración. Así que mientras estéis en la tierra, celebrad la tierra.
Mientras dure este momento, disfrutadlo hasta la médula. Sacadle todo el jugo
que os pueda dar y que está dispuesto a daros.
Debido al miedo pasáis por alto
muchas cosas. Por el miedo no podemos amar, y si amamos, siempre es a medias.
Siempre es hasta cierto punto y jamás va más allá. Siempre llegamos a un punto
más allá del cual nos da miedo ir, así que nos quedamos anclados ahí. El miedo
nos impide ahondar en la amistad. Por el miedo no podemos rezar.
Sed conscientes, pero jamás
seáis cautos. La distinción es muy sutil. La conciencia no está enraizada en el
miedo, pero sí la cautela. Uno se muestra cauto para no tener que equivocarse
nunca, aunque así no se puede llegar muy lejos. El mismo temor no os permitirá
investigar estilos de vida nuevos, nuevos canales para la energía, nuevas
direcciones y nuevas tierras; no os lo permitirá. Siempre hollaréis el mismo
sendero, una y otra vez, avanzando y retrocediendo, avanzando y retrocediendo.
¡Uno se convierte en un tren de mercancías!
Osho
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