41. Mediocridad
Nunca os resignéis a una mediocridad, porque es un pecado contra la vida.
Nunca pidáis que la vida carezca de riesgos y jamás pidáis seguridad, porque eso
es pedir la muerte.
Muchas personas, casi el noventa
por ciento, han decidido vivir en terreno llano, seguro, sin asumir ningún
riesgo. Jamás caen en las profundidades, nunca se elevan a las alturas. Su vida
es aburrida, ordinaria, monótona, sin cumbres ni valles, sin noches ni días.
Simplemente viven en un mundo gris, sin colores... el arco iris no existe para
ellos. Llevan una vida gris, y poco a poco también ellas se vuelven grises y
mediocres.
El mayor peligro es alcanzar
las mayores cumbres de la divinidad y caer a las mayores profundidades del infierno.
Convertíos en viajeros entre esos dos puntos, sin temor. Poco a poco llegaréis
a entender que existe una trascendencia. Llegaréis a saber que no sois ni la
cumbre ni la profundidad, ni la cumbre ni el valle. Llegaréis a saber que sois
los observadores, los testigos. Algo en vuestra mente alcanza la cumbre, algo
en vuestra mente desciende al valle, pero algo que hay más allá está siempre
ahí -vigilando, tomando nota de ello-, y ese algo sois vosotros.
Ambas polaridades están en
vosotros, pero vosotros no sois ninguna, os eleváis muy por encima de ellas. El
terreno es alto y bajo, tanto el cielo como el infierno están ahí, pero, de
algún modo, vosotros os encontráis lejos de ambos. Simplemente observáis todo
el juego, toda la actividad de la conciencia.
Osho
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