67. Apertura
Dejad que vengan vientos, dejad que venga el
sol... todo es bienvenido.
Era cuanto os sintonicéis con vivir con el
corazón abierto, jamás os cerraréis. Pero hay que darle algo de tiempo. Y
debéis mantener esa apertura, de lo contrario volverá a cerrarse.
La apertura es vulnerabilidad.
Cuando estáis abiertos, al mismo tiempo sentís que algo malo puede entrar en
vosotros. No se trata solo de una sensación; es una posibilidad.
Por eso las personas están
cerradas. Si abrís la puerta para dejar pasar a un amigo, también puede entrar
el enemigo. La gente inteligente ha cerrado sus puertas. Para evitar al
enemigo, ni siquiera se la abren a un amigo. Pero entonces toda su vida está
muerta.
Pero no puede pasar nada,
porque básicamente no tenemos nada que perder... y aquello que tenemos no se
puede perder. Lo que se puede perder no merece la pena que se retenga. Cuando
esta comprensión se vuelve algo tácito, uno permanece abierto.
Puedo ver que hasta los
amantes se defienden a sí mismos. Luego lloran porque no sucede nada. Han
cerrado todas las ventanas y se asfixian. No ha entrado ninguna luz nueva y
resulta casi imposible vivir, pero, no obstante, siguen adelante. Sin embargo,
no se abren porque el aire fresco parece peligroso.
De modo que cuando os sintáis
abiertos, tratad de disfrutarlo. Son momentos raros. En ellos, avanzad para
poder tener una experiencia de apertura. Una vez que la experiencia está ahí,
sólida en vuestras manos, entonces podéis desprenderos del miedo. Veréis que
estar abiertos es un tesoro que estabais perdiendo de manera innecesaria. Y el
tesoro es tal, que nadie os lo puede arrebatar. Cuanto más lo compartís, irás
crece. Cuanto más abiertos estáis, más sois.
Osho
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