La vida es
ruidosa y el mundo está demasiado abarrotado. Pero luchar con el ruido no es el
modo de deshacerse de él; para conseguir esto hay que aceptarlo totalmente.
Cuanto más luchéis, más nerviosos estaréis, porque la lucha más os
perturbará. Abríos, aceptadlo; este ruido también es parte de la vida. Y en
cuanto empecéis a aceptarlo, os sorprenderéis: ya no os perturbará. La
perturbación no procede del ruido, sino de nuestra actitud hacia el ruido. El
ruido no es la perturbación; esta es la actitud. Si os mostráis antagónicos, os
perturbáis; si no sois antagónicos, no os perturbáis.
¿Y adónde iréis? Allí donde vayáis sin duda habrá algún tipo de ruido; el
mundo entero es ruidoso. Aunque podáis encontrar una cueva en el Himalaya y os
sentéis en ella, echaréis de menos el ruido. Allí no lo tendréis, pero tampoco
tendréis las posibilidades de crecimiento que os presenta la vida, y no pasará
mucho hasta que ese silencio parezca aburrido y muerto.
No digo que no disfrutéis del silencio. Os insto a disfrutar de él; pero
el silencio no está contra el ruido. El silencio puede existir en el ruido. De
hecho, solo cuando existe en el ruido es un silencio real. El silencio que
sentís en el Himalaya o en los Alpes no es vuestro; pertenece al Himalaya. Pero
si en la plaza del mercado podéis sentir silencio, podéis estar absolutamente
cómodos y relajados, es vuestro. Entonces tenéis un Himalaya en el corazón, ¡y
eso es lo verdadero!
Osho
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