194. Comparación
Mi sugerencia es: disfrutad de la música, de
la poesía, de la naturaleza, pero evitad la tentación de diseccionarlas. Y
tampoco comparéis, porque las comparaciones son inútiles.
No comparéis una rosa con una
caléndula. Las dos son flores, de modo que es indudable que poseen ciertas
similitudes, pero ahí es donde termina su parecido. También son únicas. Una
caléndula es una caléndula... su color es de un dorado danzarín. La rosa es una
rosa... esa tonalidad rosácea, esa viveza. Las dos son flores, de modo que
ambas son similares, podéis encontrar similitudes, pero no tiene sentido
hacerlo. Podéis perder de vista su singularidad, y esa singularidad es hermosa.
Las similitudes no tienen mucho sentido.
Hay personas que no paran de
encontrar similitudes: qué hay de similar en el Corán y en la Biblia, y qué es
similar en la Biblia y en los Vedas. Son personas estúpidas; pierden su tiempo
y perderán el tiempo de otras personas. Buscad siempre lo único y evitad la
tentación de compararlo, porque la comparación lo tornará mundano, mediocre.
Jesús convirtió el agua en
vino. Ese es el milagro de un poeta, eso es poesía... convertir agua en vino.
Las palabras corrientes se vuelven tan embriagadoras cuando proceden de un
poeta, que uno puede emborracharse. Pero luego están los profesores, los
maestros y los eruditos que hacen exactamente lo opuesto: son expertos en
convertir el vino en agua. ¡Son los verdaderos anticristo! No hagáis eso. Si no
podéis convertir el agua en vino, es mejor no hacer nada.
Osho - DÍA A DÍA,
365 meditaciones para el aquí y el ahora.
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