MENSAJE PARA LA APARICIÓN DE
MARÍA, ROSA DE LA PAZ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS
GERAIS, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS
La Gracia y la Alegría de
ser Fiel
Queridos hijos:
Hoy quiero contarles una
historia para que, inspirados por Mi ejemplo, puedan dar nuevos pasos en los
tiempos que se aproximan. De esta forma, vengo a despertar en sus corazones la Gracia
y la alegría de la Fidelidad.
Dios Me llamó para cumplir Su
Voluntad, mucho antes del Nacimiento de Jesús, antes, incluso, de que Yo
llegara a este mundo; así como Él los llamó a cada uno de ustedes.
Aún siendo pequeña reconocí el
Llamado y la Voluntad de Dios, y a lo largo de Mi Vida en la Tierra una y otra
vez tuve que confirmar Mi Fidelidad para con el Creador. Mi Corazón pertenecía
al Señor desde el principio, pero eso no lo dejaba libre de dificultades y de
padecimientos.
Su Madre Celeste tuvo que
superar muchas pruebas espirituales, materiales, mentales y emocionales, como
parte de la humanidad. Lo mismo tuvieron que vivir Mi Hijo y San José
Castísimo.
La humanidad de aquella época,
hijos, era precaria y escaso era el amor en sus corazones. Por eso Dios enviaba
al mundo un impulso tan grande de Amor y de Verdad a través de la Sagrada
Familia. Pero, para que este impulso se hiciera vida, Nosotros, como parte de
la consciencia humana, tuvimos que trascender esa condición de limitación y
romper las capas del desamor y de la ignorancia para cumplir lo que nos fue
pedido.
Por cada prueba que el Creador
Me concedía vivir, Él también dejaba emerger un Don en Mi Inmaculado Corazón.
Cada vez que Me confirmaba delante de Dios, veía emerger la Fortaleza del Padre
y Su Gracia, y era en Él, que encontraba la fuerza para proseguir.
Así fue cuando el Espíritu
Santo gestó en Mi Vientre al Mesías. Así fue cuando llegamos a Belén y no había
lugar en los hospedajes. Así fue cuando mandaron a matar al Niño y, a pesar de
huir con Él, sentí en Mi Pecho el dolor de cada madre que perdía a su hijo
injustamente. Así fue cuando lo perdimos en Jerusalén. Así fue cuando Él fue
negado en Galilea y cuando escuchaba los insultos proferidos al Hijo de Dios,
por la ignorancia y la ceguera humana. Mis Ojos, que veían la Verdad más allá
de cualquier comprensión, tuvieron que superar las injusticias causadas por la
ceguera de los hombres, y todo lo viví en silencio.
La Gracia y el Don de Dios
también emergieron en Mi Interior, cuando Jesús fue condenado, flagelado y
subió al Calvario, únicamente con el Poder de Su Amor. Yo sentí cada Llaga Suya
en Mi Pecho, y cada "sí" que Él le decía al Padre, Yo lo repetía en
Mi Interior.
De la misma forma, perseveré
Fiel a Dios, cuando lo vi expirar. Y en la misma certeza Me mantuve cuando Él
resucitó y ascendió a los Cielos, dejándome la misión de seguir con Sus
Apóstoles y compañeros, fortaleciéndolos hasta el final.
En la misma Fidelidad Me
mantuve cuando el Señor Me elevó a Su Reino y allí Me entregó, no solo el Cetro
de la Paz, sino también la Maternidad de toda la Creación, para que, de la
misma forma como fui Fiel en la Tierra, Yo lo fuera en el Cielo; y así como
acompañé la Pasión de Mi Hijo, acompañara hoy la Pasión de este planeta y de
cada uno de Mis hijos.
Yo los veo sufrir y siento su
dolor en Mi Corazón. Así como sentí cada Llaga de Jesús, hoy siento cada llaga
de cada uno de Mis hijos de la humanidad y, en ningún momento, hijos Míos,
deseé que fuera diferente.
Solo quiero ayudarlos a crecer,
como vi crecer al pequeño Jesús. Vengo a enseñarles a ser fieles y a no dejarse
desanimar por las pequeñas o grandes dificultades de esta vida.
El Calvario de este mundo está
en el principio, y les falta mucho aún para vivir plenamente el Amor que se esconde
en sus corazones.
Dios los probará en la
fidelidad y en la perseverancia, como probó a cada uno de los que Él más ama. Y
Yo estaré a su lado, ayudándoles a renovarse, siempre y cuando abracen la cruz
y den los primeros pasos.
Descubran, hijos amados, que
la fidelidad a Dios trasciende la vida en la Tierra, trasciende su pequeña
comprensión. Aprendan a amar Su Plan por encima de todas las cosas, y
fortalezcan su vínculo con Él, para que los Cielos y la Tierra pasen, y ustedes
se mantengan fieles y firmes en el Propósito que Él les entregó.
Yo los amo y hoy les dejo la
Gracia y la alegría de la Fidelidad, para que, a pesar de todo, la hagan
florecer y la multipliquen con ejemplos y con amor, en los corazones de sus
hermanos de este mundo.
Yo los bendigo hoy y siempre,
Vuestra Madre María, Rosa de
la Paz
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