20. Contenerse
¿Por qué os contenéis? Existe cierto temor
de que si no lo hacéis, si entregáis todo, no os quedará nada para dar. De modo
que solo damos en partes... mantenemos la zanahoria colgando... por eso nos
contenemos. Mantenemos el misterio.
No permitís que la mujer entre
en todo vuestro ser y lo conozca en su totalidad, porque en cuanto os conoce
totalmente puede experimentar desinterés. Mantenéis algunos rincones distantes
para que ella siga pensando: «¿Qué son esos rincones? ¿Qué más tienes para
dar?». Y busca y busca, y os persuade y os seduce... Y de la misma manera ella
retiene y contiene mucho.
Existe cierta comprensión, una
comprensión animal, de que una vez que se ha conocido el misterio, este
desaparece. Amamos el misterio, amamos lo desconocido: cuando es conocido,
cartografiado, medido, entonces se ha acabado. ¿Qué otra cosa queda? Vuestra
mente aventurera empezará a pensar en otras mujeres y ella empezará a pensar en
otros hombres. Eso es lo que les ha sucedido a miles, millones, de maridos y
esposas: se han mirado totalmente... ¡y se han acabado! En ese momento el otro
carece de alma, porque el misterio no está ahí... y el alma existe en el
misterio.
Esta es la lógica que hay en
ello. Pero cuando sois verdaderamente independientes y estáis entregados al
dios del amor, entonces os podéis abrir por completo. Y en esa apertura os
convertís en uno. Cuando dos personas están abiertas dejan de ser dos. Cuando
los muros desaparecen, la habitación es una.
Y ahí es donde radica la
realización. Eso es lo que buscan todos los amantes, con lo que sueñan y lo que
desean. Pero si no lo entendéis correctamente, podéis buscar y buscar en la
dirección equivocada.
Osho