177 ¿Ahora qué?
Mientras hacéis algo -tallar, pintar,
esculpir-, estáis enfrascados en ello. Es vuestro gozo, vuestra meditación.
Pero al terminar, naturalmente regresáis a la mente y esta os empieza a
preguntar: «¿Qué sentido tiene?».
Se dice de Gibbon que cuando
terminó su historia del mundo lloró. Le había requerido treinta años de
trabajo; día y noche, año sí y otro también, trabajando sin cesar. Cada día
dormía cuatro horas y trabajaba veinte. Al concluirlo, lloró. Su esposa no
podía creerlo, ni tampoco sus discípulos.
«¿Por qué lloras?», le
preguntaron. Todo el mundo estaba feliz por la finalización de la obra, el
registro más grande de la historia estaba acabado. Pero él lloraba. «¿Ahora qué
haré?
¡Estoy acabado!» Y murió a los
tres años; no le quedaba nada más que hacer. Siempre había sido un hombre
joven; el día en que terminó su trabajo, se hizo viejo. Le sucede a cada
creador: un pintor se halla tan apasionadamente absorto en su cuadro que cuando
lo termina, de pronto siente un vacío y se pregunta: «¿Ahora qué? ¿Por qué lo
hice?». Se necesita una gran percepción para ver que el gozo de la pintura
radica en la propia pintura. No hay un resultado... el fin y los medios no
están separados.
Si estáis disfrutando de algo
determinado, ahí radica su esencia; no pidáis nada más.
¿Qué más necesitáis? La
consecución está en el mismo proceso. Habéis crecido a través de él, esa es la
consecución. Os habéis hecho más profundos en él; esa es la consecución. Os
habéis acercado al centro de vuestro ser, ese es el logro. Si sois conscientes,
la sensación de inutilidad desaparecerá.
DÍA A DÍA, 365 meditaciones para el aquí y el ahora. Osho