63. Autenticidad
Cuando queráis que algo no crezca, dadle la
espalda... y muere por sí solo. Del mismo modo que una planta descuidada, no
regada, se marchita y muere. Así que siempre que veáis algo falso, hacedlo a un
lado.
Por ejemplo, ibais a sonreír y
de pronto os dais cuenta de que era falso. Deteneos, incluso en mitad de la
sonrisa; relajad los labios y pedidle a la otra persona que os disculpe.
Decidle que era una sonrisa falsa y que lo lamentáis. Si os surge una sonrisa
verdadera, entonces está bien; si no, también está bien. ¿Qué podéis hacer? Si
surge, surge; si no surge, no surge. No se la puede forzar.
Y no estoy diciendo que
simplemente os apartéis de las formalidades sociales. Digo que estéis atentos,
y que si tenéis que ser falsos, lo seáis de forma consciente. Si estáis con
vuestro jefe y tenéis que sonreír, sonreíd conscientemente, y sabed que es una
sonrisa falsa. Engañad al jefe... pero que la sonrisa no os engañe a vosotros,
esa es la cuestión. Si sonreís inconscientemente, quizá no consigáis engañar a
vuestro jefe, porque es difícil engañarlos... pero tal vez os engañéis a
vosotros mismos. Os daréis una palmadita en la espalda y pensaréis que habéis
estado bien, que habéis sido unos buenos chicos... pero os equivocaréis.
De modo que si a veces lo
consideráis necesario -porque puede llegar a serlo; la vida es compleja y no
estáis solos, hay, muchas cosas que tenéis que hacer porque la totalidad de la
sociedad existe sobre la falsedad-, entonces sed falsos conscientemente. Pero
en vuestras relaciones, donde podéis ser auténticos, no permitáis la falsedad.
Osho