68. Objetivos
La vicia no tiene objetivos... ¡y ahí radica
su belleza!
Si la vida tuviera un
objetivo, las cosas no serían tan hermosas, porque un día llegaréis al final, y
entonces después todo sería simplemente aburrido. Habría repetición,
repetición, repetición; seguiría el mismo estado monótono... y la vida aborrece
la monotonía. Continúa creando nuevos objetivos... ¡porque no tiene ninguno! En
cuanto alcanzáis un cierto estado, la vida os da otro objetivo. El horizonte no
deja de aparecer delante de vosotros, jamás lo alcanzáis, siempre estáis en el
camino... a punto de llegar. Y si entendéis eso, entonces toda la tensión de la
mente desaparece, porque la tensión está en buscar un objetivo, en llegar a
alguna parte.
La mente continuamente anhela
una llegada, mientras que la vida es una continua partida y llegada... pero
llegar para volver a partir. No tiene una finalidad. Nunca es perfecta, y esa
es su perfección. Es un proceso dinámico, no algo muerto y estático.
La vida no se halla
estancada... fluye y fluye y no hay otra orilla. En cuanto comprendéis esto,
comenzáis a disfrutar del viaje en sí. Cada paso es una meta, y no hay un
objetivo. Esta comprensión, una vez que se asienta en vuestro centro interno,
os relaja. Entonces no hay tensión porque no hay ninguna parte a donde ir, de
manera que no podéis extraviaros.
Osho