MENSAJE ESPECIAL DE CRISTO
JESÚS, TRANSMITIDO PARA LA 52.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA, EN LA CIUDAD
DE VALPARAÍSO, CHILE, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN
Segundo Mensaje
Y así como Yo vengo del
corazón de este Universo, quisiera que sus almas se elevaran para encontrarme.
Eso permitirá, en este tiempo, crear esa Comunión perfecta entre sus almas y Mi
Corazón.
Quisiera que abrieran sus
oídos más internos para escuchar Mi Mensaje y para hacerlo parte de sus vidas,
porque ya no bastará solo saber el conocimiento, será necesario aplicarlo en
sus vidas para que Mi Plan se pueda realizar, paso a paso.
Hoy vengo a dar continuidad a
lo que he dicho ayer. Vengo a extender este mensaje especial a todos Mis
compañeros, porque aún es necesario que crezcan en amor y en verdad; sin dejar
atrás lo que deben transformar, todo lo que deben trascender, todo lo que deben
aspirar a alcanzar en estos tiempos difíciles en los que el Plan se vive con
muchos riesgos que las almas desconocen, porque, en muchos casos, no están
atentas a las señales que envía el Universo.
Ahora, Yo los invito a
redoblar los esfuerzos, los invito a ser considerados los unos para con los
otros, como Yo se lo enseñé a los Apóstoles en el pasado.
Deben cumplir las reglas
básicas de la evolución, porque así sabrán la Ley y no solamente la conocerán.
El no cumplimiento de esas
reglas básicas es una de las causas por las cuales las almas de este mundo y,
sobre todo, aquellas almas que son Mis compañeras, no saben interiorizar los
impulsos que Mi Corazón envía de tiempo en tiempo, intentando elevarlas cada
vez más hacia la Verdad y hacia el Sagrado Conocimiento.
Cuando no saben interiorizar
lo que les decimos, se pierden en algún lugar del camino y pueden quedar
confusos, sin saber hacia dónde ir o qué hacer.
Pero existe una llave maestra
para todo esto, que es la confianza.
La confianza en todo lo que se
presenta.
La confianza en todo lo que se
propone.
La confianza en todo lo que se
revela.
Porque, en esencia, todo va
más allá de sus posibilidades, de sus conocimientos, de su intelectualidad.
No vengo a construir Mi Reino
en mentes concretas porque, de lo contrario, no habría tenido sentido que Yo
hubiera venido a este mundo a encarnar para testimoniar, en este plano, la
Presencia del Amor de Dios.
Es el Amor el que les revelará
Mi Reino.
Es el Amor el que los unirá
siempre.
Es el Amor el que nunca los
separará.
Porque donde está el Amor Yo
estoy presente, lanzando semillas de luz en tierras fértiles, que después Me
darán frutos para que, al final, sean Dones que Yo ofreceré en Gloria al
Creador.
Por eso busco de los corazones
más simples lo que es bueno y verdadero.
Me glorifico en los corazones
humildes.
Me distancio de los corazones
resistentes.
Me alejo de los que no Me
quieren escuchar, porque sé que estos últimos temen al verdadero Amor porque
nunca lo han conocido completamente, porque nunca se han animado a dar un paso
y a dejarse rasgar por dentro, hasta que el Amor los hiera profundamente.
Por eso, deposito Mis Llagas
internas en los corazones conocedores de Mi Amor.
No puedo dar Mi Legado a mentes
abstractas, el mundo y su humanidad perderían completamente el rumbo por su
ambición y soberbia.
Necesito quebrar lo que aún
está rígido y duro.
Por eso, uso Mi gran martillo
de Luz y golpeo en lo que está más resistente para que se pueda quebrar algún día
y así, todo se rinda a Mis Pies; no por Mí mismo, sino por Mi Padre, que es
justo y compasivo, que es merecedor de la bondad de sus corazones y almas, por
todo lo que Él ya les ha dado a pesar de sus miserias, a pesar de sus errores,
a pesar de sus caídas.
Vengo a elevar la consciencia
de la humanidad hacia otro punto porque, aunque no lo parezca, Yo estoy aquí,
en constancia y en fe, para seguir adelante.
Por eso, a los que Me siguen
en estos tiempos, a los que se dicen Mis compañeros de camino y de vivencia
espiritual, los animo a vivir los cambios sin resistencias ni restricciones.
Los invito a no poner límites
a sus consciencias y a saber reconocer, con humildad, el Sagrado Conocimiento
que viene de Dios por medio de Nuestros Sagrados Corazones, para esta humanidad
de superficie.
Así Yo podré traer aún más Mi
Cielo, el Cielo de Mi Padre, Su Universo Celestial, y Mis Ángeles estarán
acompañando cada paso, cada momento como cada prueba; así como ellos Me
acompañaron desde el Huerto Getsemaní hasta la Cruz.
Los sufrimientos que Yo
ofrezco a Mis compañeros de este mundo, algunos les temen porque no los
conocen, porque, antes de todo, no se animan a amar la Voluntad que Yo traigo
para concretar en sus vidas Mis Proyectos y Mis Designios.
He escogido estar entre estas
sagradas montañas de los Andes para recordarle al mundo que aún no ha elevado
su consciencia ni su mente.
Es hora de salir de lo
atávico. Es hora de renunciar a lo superfluo y a lo mezquino.
Debo dejar Mis Llaves de Oro
en los corazones simples, en los que pueden guardar dentro de sí Mi Legado, que
no proviene de este mundo sino del Universo.
Para que este Plan continúe
adelante, para que esta Obra prosiga, deben, compañeros, reposicionar sus
lugares, sabiendo que todo lo que han recibido en estos últimos años, no será
desperdiciado por la humanidad como lo fue una parte de Mi Pasión, aunque no lo
crean.
Con Ojos de Misericordia,
vengo a observar al mundo.
Con un Corazón compasivo,
vengo a socorrer a los que sufren y a los que no pueden darse por entero a Mi
Corazón.
Sepan, Mis queridas almas, que
aún hay mucho por hacer. Por eso, los invito a renovar la unidad y la
fraternidad entre sus consciencias.
Los invito a respetar la Ley
de la Jerarquía para que el Universo de Dios siempre pueda estar cerca de
ustedes y en cada detalle.
Ahora, sean Mis estrellas
redimidas, salidas de los abismos del error y del pecado, de la perversión y de
la maldad.
Honren a su Rey y Señor como
Él lo merece, en el Cielo así como en la Tierra.
No se separen más.
Únanse a través de Mi Corazón
para que Yo pueda seguir viniendo a su encuentro; para evitar que Yo no pueda
venir más en este tiempo en el que la humanidad necesita de altas vibraciones
de amor y de paz.
Despojen de sus corazones y
vidas lo que ya está viejo y resistente, lo que no hace a la unidad y al amor
entre las criaturas y pueblos, entre las razas y los orígenes.
Entregué Mi Vida en este mundo
y por esta humanidad para que supieran cómo hacerlo, y así no caer en
tentación.
Vengo en este día, con este
segundo mensaje, para abrir aún más sus ojos y, especialmente, para abrir más
sus corazones a lo que necesitan escuchar con madurez y calma.
No quisiera ver a los
responsables de esta Obra confusos, no quiero encontrarlos más así, sabiendo
que cada etapa que vivimos juntos es imprescindible para vuestro Dios, para la
realización de Su Voluntad, para la manifestación de Su Obra en los diferentes
planos de este Universo, hasta llegar a la humanidad.
Si los lazos de amor entre
ustedes se rompen, compañeros Míos, ¿quién llevará Mi Plan adelante?
Si ya saben que es verdad que
no encuentro un lugar o una morada en donde poder anunciar Mi nueva Palabra, Mi
nuevo Mensaje enviado por Dios desde lo más Alto de este Universo.
No quisiera perderlos de
vista, porque existen almas en el mundo que también Me necesitan, y las debo
atender así como atiendo a sus almas en estos tiempos.
Por medio de esta Maratón,
eleven a Dios su más sincera ofrenda para que un Rayo de Mi Corazón
Misericordioso toque aquel espacio en sus consciencias que aún está oscuro y se
resiste a cambiar.
Recuerden que Yo lo puedo todo
y que Mi Padre no Me ha puesto límites.
Vengo con Mi Gobierno
Celestial para poner en orden todas las cosas, desde lo invisible hasta lo
visible, desde lo inmaterial hasta lo material, desde el espíritu hasta la
carne. Todo bajo el Orden Universal.
Que se alegren las almas de
Chile por este momento, para que se pueda repetir durante estos tiempos
críticos, en los que más compañeros Míos deben despertar al llamado de la
redención.
Felices serán los que escuchan
y creen sin haber visto.
Bienaventurados serán en el
Cielo los que guarden los Tesoros de Mi Corazón y los vivifiquen, de tiempo en
tiempo.
Los bendigo en el nombre del
Amor y de la Unidad.
Bajo la Luz del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.