MENSAJE ESPECIAL DE CRISTO
JESÚS, TRANSMITIDO PARA LA 52.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA, EN LA CIUDAD
DE VALPARAÍSO, CHILE, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN
Primer Mensaje
Vengo en esta noche por un
mundo que Me necesita, por eso traigo ante sus presencias Mi Eucarístico
Corazón, el que les dará fuerza en estos tiempos para continuar adelante en
esta trayectoria de la vida en la Tierra.
Y no solo vengo por esta vez,
sino que también traeré un mensaje en el día de mañana, porque el mundo Me
necesita, porque esta nación Me necesita, porque Mis compañeros necesitan que
Yo esté a su lado en este momento de transición y de pruebas.
Vengo a dar libertad a los que
están en cautiverio espiritual.
Vengo a dar la paz a los que
no la tienen.
Por eso he venido en esta
noche para traerles Mi Paz, la Paz que hace regocijar al espíritu, a la mente y
al alma.
Es esta Paz que proviene de Mi
Eucarístico Corazón la que los llevará a vivir los cambios y a no temer vivir
las transformaciones que el Universo les envíe en estos tiempos.
En esta noche vengo por la
gran célula de este trabajo espiritual, de toda esta Obra.
Vengo para dar testimonio, en
nombre de Mi Padre, que es necesario vivir grandes cambios para poder continuar
adelante, para poder llevar Mi Estandarte de Paz a todos los rincones de este
mundo para que se concrete, en el fin de estos tiempos, Mi Proyecto Redentor.
Por eso, he decidido enviar
ciertos Rayos del Universo, para mover sus consciencias de lugar, para destruir
sus estructuras, para manifestar en esta hora el cambio de la consciencia que
Yo necesito que tengan, compañeros, para que Me puedan acompañar de verdad y
sin ilusiones.
He venido en esta noche para
traerles Mi Transparencia espiritual, porque solo escucharme una vez en este
mensaje para la Maratón no sería suficiente, delante de todo lo que debo decir
para ustedes y para el mundo.
Cada uno tome la parte de este
mensaje que le corresponde y medite, reflexione y profundice.
Llegó la hora, compañeros, de
que puedan percibir, en estos tiempos, las verdaderas necesidades que presenta
Mi Padre por medio de Su Divina Voluntad; eso los mantendrá cerca de Mí y no
estarán tan apartados de Mi Camino, porque Yo ya no podré, compañeros, ir por
otros caminos a buscarlos.
Ya les enseñé, en otros
tiempos y en este, a estar en Mi Corazón para que puedan estar en Dios y Dios
pueda estar en ustedes en cada momento de la vida, en cada circunstancia, así
como en cada prueba.
No vengo a reclamar mayores
esfuerzos porque los puedo ver con Mis propios Ojos paternales y
misericordiosos.
Vengo a hablar para Mis
compañeros que caminan junto a Mí y a Mi lado, que no se detienen, que siguen
los pasos del Maestro y del Rey del Universo; porque es necesario, compañeros,
en estos tiempos, comprender lo que les pedimos.
No puede haber dudas entre
ustedes y el Plan.
No puede haber brechas entre
sus consciencias y sus corazones porque aún Mi adversario trabaja en contra de
Mi Padre y de Su Voluntad Divina.
Aún Mi adversario comete las
atrocidades más grandes del mundo, que aún muchos no quieren ver para no
asustarse ni temer, como son las guerras, los conflictos entre las naciones,
los exilios, el hambre mundial, los problemas sociales y humanos.
Quiero que Mis compañeros se
coloquen a la altura de lo que Yo necesito y ya no piensen si lo que decimos
está bien o no está bien.
Amen la Voluntad de Mi Padre
en absoluta confianza y no perecerán.
Amen la Voluntad de Mi Padre,
así como Yo la amé, desde Mi Encarnación en este mundo hasta lo alto del Monte
Calvario, en la Cruz.
Yo no vengo a decirles que
harán lo mismo que Yo hice, dos mil años atrás.
Hoy vengo a decirles que harán
cosas más grandes que las que Yo hice en otros tiempos, pero no como los seres
humanos piensan o creen.
Necesito que encuentren en Mi
Eucarístico Corazón, esa llama de humildad que los guiará, que los hará cada
día más simples y verdaderos para poder corresponder a este, Mi Proyecto, que
no es de este mundo sino del Universo.
Hoy vengo como una Consciencia
Solar y autónoma.
Hoy vengo con la Autoridad, el
Poder y la Soberanía que Me ha dado Mi Padre para poder engrandecer Su Obra, en
este y en otros Universos, para poder recrear esta Creación, sobre todo en este
planeta que está en tinieblas y está sufriendo.
No quisiera que Mis soldados
perdieran de vista Mis Aspiraciones y Anhelos, Mis Proyectos más ardientes de
que las almas puedan vivir altos grados de Amor, así como Yo los viví en otros
tiempos y hasta los días de hoy.
Necesito que se animen a
superarme en el Amor, así como Yo intenté superar todas las pruebas, por medio
de Mi Pasión y de Mi Muerte; y eso fue en la esencia del Amor Misericordioso
que proviene de la Fuente Espiritual de Mi Padre y que nutre a todas las
esencias.
No quisiera detener esta Obra
que hoy comparto con ustedes y con el mundo, porque ya no tengo otro lugar en
donde poder obrar sino en los corazones misericordiosos y humildes, en los
corazones resignados que no temen decir sí a las causas divinas que provienen
del Cielo y del Universo, que no temen decir sí al Sagrado Conocimiento que
desciende de la Fuente y que se retransmite de Cielo en Cielo.
Hoy estoy de este lado de los
Andes para bendecir a este pueblo herido por todo lo que ha vivido en los
últimos tiempos y en las últimas décadas.
Por eso, hoy vengo con este
primer mensaje y mañana vendré con el segundo, de una forma extraordinaria y
para muchos inexplicable.
No les diré por qué vendré dos
veces, necesito que aprendan a percibir el rumbo de los acontecimientos y la
necesidad de llevar adelante un Plan que se realiza en las pequeñas cosas.
Vengo desde lo alto de las
montañas, vengo desde los Andes, para
invitarlos a todos a elevar sus consciencias, a salir de las críticas, de las
divisiones, de los juicios, de las indiferencias que lastiman Mi Eucarístico
Corazón.
A través de todos lo que
adoran Mi Corazón Eucarístico por medio del Santísimo del Altar, ustedes han
recibido uno de los más importantes legados en esta Obra de Redención que
comienza a realizarse a través de ustedes y de sus almas.
Valoren los tesoros que fueron
recibidos y no perderán la paz, no perderán la guía, no estarán desorientados,
sino que serán conducidos por Mi Espíritu, que es Inmaterial y Divino.
Y hoy vengo a colocarlos a
todos, en esta noche, a los pies de uno de los acontecimientos y hechos que Yo
he vivido cuando estuve aquí, en este planeta; vengo a introducirlos por medio
de Mi Eucarístico Corazón, en el Huerto Getsemaní para que estén en vigilia
junto a su Señor, despiertos, atentos, intuitivos y observadores de todos los
acontecimientos que se avecinarán en poco tiempo.
Quiero que ingresen al Huerto
Getsemaní y que se coloquen debajo de los olivos para que, en esta noche de
oscuridad que enfrenta el planeta, las puertas a la Divina Misericordia se
puedan abrir y las almas puedan ser conducidas hacia la paz.
Quiero que se recojan como
Juan, cerca de su Maestro, para acompañarlo en esta agonía espiritual que Él
enfrenta, observando a un mundo injusto que aún no dice sí, de corazón, a la
Misericordia de Dios.
Por eso les traigo hoy Mi
Eucarístico Corazón para que a través de él encuentren al Padre, que también
espera por consuelos humanos, a pesar de que sean imperfectos o simples.
El Padre también necesita de
Sus hijos, como Sus hijos también necesitan del Padre Celestial.
Peregrinen Conmigo hasta lo
alto del monte para que, desde lo más alto, ustedes puedan ver en el horizonte,
Mi Retorno.
Los invito a vivir esta
próxima Maratón buscando renovar la esencia de la vida por medio de Mi
Eucarístico Corazón, por medio del amor a toda la Creación.
Que esta Maratón sea en honra
y júbilo, en agradecimiento y en gratitud a la Creación que ha hecho su Padre
desde el Principio, desde el Origen, desde la nada, en unión a Su Fuente
espiritual y santísima.
Yo los recojo en Mi Corazón y
de nuevo les doy Mi Paz para llevar adelante esta misión, que recién ha
comenzado en todo el mundo.
Para que más naciones reciban
Mi Presencia, contaré con la ayuda de Mis compañeros.
Para que más continentes y
regiones del mundo reciban Mi auxilio, contaré con Mis compañeros.
Por eso Mi Mensaje, en estos
tiempos, debe estar en todas las lenguas posibles para que todos los corazones
despierten bajo la misma esencia del Amor.
En el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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