MENSAJE SEMANAL DE SAN JOSÉ,
TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, A LA
VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS
En el principio de la
Creación, cuando Dios pensó a la humanidad, Él vio todo lo que éstas, Sus
criaturas vivirían a lo largo de su evolución y, aun así, le dijo
"sí" a Sus Arcángeles, dándoles el permiso de hacer emerger, de los
Estanques Creadores del Universo, el Proyecto humano y las dimensiones
materiales.
Cuando Jesús estaba en el
huerto Getsemaní, en el ápice de Su Agonía, el Creador le dio a conocer los
misterios de la humanidad. La misma visión que el Padre tuvo, en el principio,
le fue concedida al Hijo y Él también dijo "sí" y colocó en Su
espalda la Cruz que renovaba la existencia de la humanidad y le concedía la
Gracia y la Misericordia para seguir evolucionando.
En el Universo, a los
Bienaventurados y Santos, que incansablemente oran por la humanidad, les fue
concedida parte de la visión que tuvieron el Padre y el Hijo, para que
conocieran más profundamente a la humanidad y se renovaran delante de este
Plan, y ellos también le dijeron "sí" a Dios y renovaron sus
compromisos con la existencia humana.
Hoy, hijos, no es necesario
que tengan visiones sobre el destino de la humanidad porque el presente les
revela lo que antes solo se manifestaba a los Ojos internos de Dios. Ya nada se
oculta sobre la Tierra y aquellos que saben salir de sí, pueden percibir los
tiempos que viven y el destino al cual llegarán si la humanidad no despierta.
EL Amor de Dios hizo nacer el
Amor en el Corazón del Hijo. El "sí" de Dios fue el preanuncio del
"sí" del Redentor; y fue por el ejemplo del Padre y del Hijo que, en
todo el Universo, hubo aquellos que también dijeron "sí" a este Plan
de Redención.
Ahora, inspirados por la
Esperanza del Padre, por la Entrega del Hijo y por la Renuncia de los Santos
que habitan en la Eternidad, es hora de que la humanidad se dé una oportunidad
a sí misma y le diga "sí" a Dios.
Decir "sí" a Dios
significa abrirse a Su Voluntad, a la unión con Su Corazón, a remar contra las
corrientes del caos y del mal que arrastran a la consciencia humana en este
tiempo, para que, por medio de una vida orante, de obras que manifiestan la Paz
y de una consciencia dispuesta a expandirse al Infinito, puedan abrir las
puertas a un nuevo y último ciclo de Redención.
De esta forma, les digo,
hijos, que es así como prepararán el Retorno de Cristo y, como un ejército que
lucha de las rodillas en el suelo, lo esperarán llegar para hacer triunfar, con
Él, el Amor en este mundo.
Verán el caos, la ilusión y la
ignorancia mostrar sus fases, así como Cristo vio la flagelación, la coronación
de espinas y la Cruz desde lo alto del Calvario. Más, así como Él les enseñó,
perseveren y dejen que cuanto mayor sea el desamor que surja delante de sus
ojos, mayor sea el Amor que surja de sus corazones y los equilibre.
Sean como un farol en estos
tiempos de oscuridad y señalen el camino por donde ir para ver el Sol que
volverá a nacer.
Cristo vio la Cruz, la muerte
y la soledad, pero también vio la Vida Eterna y el Amor que superó el Amor en
el Corazón de Su Padre. Es hora de crecer y de abrazar la cruz de estos tiempos
porque para eso fueron llamados.
Que las pruebas de hoy los
fortalezcan y los animen a amar, cada día, con una mayor intensidad. Dejen
nacer el Amor, la Gracia y el Poder de Dios en sus corazones.
Su padre y Compañero,
San José Castísimo
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