117. Amistad
La primera
amistad ha de ser con uno mismo, y en muy contadas ocasiones encontraréis a una
persona que sea amigable hacia sí misma. Somos enemigos para nosotros mismos, y
en vano esperamos poder ser amigos de otros.
Se nos ha enseñado a condenarnos. El amor a uno mismo se ha considerado
como un pecado. No lo es. Es el cimiento de los demás amores, su misma
fundación. Solo a través del amor a uno mismo resulta posible el amor
altruista. Porque el amor a uno mismo ha sido condenado, todas las demás
posibilidades de amor han desaparecido de la Tierra. Ha sido una estrategia muy
astuta para destruir el amor.
Es como si le dijerais a un árbol: «No te nutras a través de la Tierra;
eso es un pecado. No te nutras de la Luna y del Sol y de las estrellas; eso es
egoísmo. Sé altruista... sirve a otros árboles». Parece lógico, y ahí radica el
peligro. Parece lógico: si queréis servir a otros, entonces sacrificaos; el
servicio significa sacrificio. Pero si un árbol se sacrifica, morirá, no será
capaz de servir a ningún otro árbol; no será capaz de existir.
Al hombre se le ha enseñado: «No te ames a ti mismo». Ese casi ha sido el
mensaje universal de las así llamadas religiones organizadas. No de Jesús, pero
desde luego del cristianismo; no de Buda, pero sí del budismo... todas las
religiones organizadas han tenido una enseñanza: condenaos, sois pecadores, no
valéis nada.
Y debido a esa condena, el árbol del hombre se ha encogido, ha perdido
lustre, ya no puede regocijarse. La gente se arrastra de algún modo. La gente
no tiene raíces en la existencia... está desarraigada. Intenta ser de ayuda a
otros sin conseguirlo, porque ni siquiera ha sido amigable consigo misma.
Osho
No hay comentarios.:
Publicar un comentario