122. Entre el placer y el dolor
El único
estado en el que uno puede transformarse en un morador permanente es el espacio
que no está ni aquí ni allá.
Hay una cualidad de silencio y calma... tranquilidad. Desde luego, al
comienzo parece muy insípida porque no hay ni dolor ni placer. Pero todo dolor
y todo placer es simple excitación. A la excitación que os gusta la llamáis
placer. A la que no os gusta la llamáis dolor. A veces sucede que puede empezar
a gustaros una cierta excitación que se transforma en placer, y puede empezar a
gustaros otra excitación que puede convertirse en dolor. De modo que la misma
experiencia puede volverse dolor o placer; depende de lo que os guste o
desagrade.
Relajaos en el espacio entre el placer y el dolor. Es el estado más
natural de relajación. En cuanto empezáis a estar en él, a sentirlo,
aprenderéis su sabor. A eso lo llamo el sabor del Tao.
Es como el vino. Al principio será muy amargo. Uno ha de aprender. Y es
el vino más profundo que hay, la mayor bebida alcohólica de silencio,
tranquilidad. Uno se embriaga con ella. Poco a poco entenderéis su sabor. Al
comienzo carece de sabor porque tenéis la lengua demasiado llena de dolor y
placer.
Osho
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