36. Necesidades y deseos
Los deseos son muchos, las necesidades pocas. Las necesidades se pueden
satisfacer; los deseos, nunca. Un deseo es una necesidad que ha enloquecido. Es
imposible satisfacerlo. Cuanto más lo intentáis, más pide y pide y pide.
Hay una historia sufi que
cuenta que cuando Alejandro murió y llegó al cielo, iba cargado con todo su
peso -su reino entero, oro, diamantes-, desde luego, no en realidad,
simbólicamente. Iba demasiado cargado por ser Alejandro.
El guardián de la puerta se
puso a reír y preguntó: « ¿Por qué llevas tanta carga?». Alejandro repuso: « ¿Qué
carga?». De modo que el guardián le dio una balanza y puso un ojo en un
extremo. Le dijo a Alejandro que pusiera todo su peso, toda su grandeza,
tesoros y reino en el otro extremo de la balanza. Pero ese único ojo seguía
siendo más pesado que todo su reino.
«Este es un ojo humano»,
informó el guardián de la puerta. «Representa el deseo humano. No se puede
satisfacer, sin importar lo grandes que sean el reino y tus esfuerzos.»
Entonces el guardián arrojó un poco de polvo sobre el ojo. Este de inmediato
parpadeó y perdió todo su peso. Sobre el ojo del deseo hay que echar un poco de
polvo de comprensión. El deseo desaparece y únicamente permanecen las
necesidades, que no son pesadas. Las necesidades son muy pocas y hermosas. Los
deseos son feos y convierten en monstruos a los hombres. Crean personas
dementes. En cuanto aprendáis cómo elegir lo apacible, una habitación pequeña
bastará; una cantidad pequeña de comida bastará; unas pocas prendas de vestir
bastarán; un amante, un hombre muy corriente, podrá bastar como amante. Pero si
continuáis pidiendo más v más, hasta el hombre más hermoso tarde o temprano
estará acabado. Vuestro deseo continúa y continúa. No conoce fin.
Osho
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