94. Elasticidad
Hay
momentos en que la gente debería estar tan relajada, tan salvajemente relajada,
que no tuviera que seguir ninguna formalidad.
En una ocasión un gran emperador chino fue a ver a un gran maestro zen.
El maestro zen se partía de risa en el suelo, y también reían sus discípulos...
debía haber contado un chiste o algo por el estilo. El emperador se sintió
abochornado. No podía creer lo que veía, ya que era un comportamiento muy
maleducado; y no pudo contenerse de expresarlo de esa manera.
-¡Esto es una grosería! -le dijo-. No se espera algo así de un maestro
como tú; ha de existir cierta etiqueta. Das vueltas en el suelo, riendo como un
loco.
El maestro observó al emperador. Este tenía un arco; en aquella época se
solía portar arcos y flechas.
-Dime una cosa -pidió el maestro-. ¿Mantienes el arco siempre tensado,
estirado, o también le permites que se relaje?
-Si lo mantenemos siempre estirado -respondió el emperador-, perderá
elasticidad, y entonces no será de ninguna utilidad. Hay que dejarlo relajado
para que siempre que lo necesitemos tenga elasticidad. -Eso mismo estoy
haciendo -repuso el maestro.
Osho
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